viernes, 26 de octubre de 2012

Lo que tienes que saber acerca de el cáncer del seno



Es octubre y estamos en el mes de la concientización del cáncer de mama. Desde vidaysalud.com nos sumamos a las múltiples iniciativas que se hacen en todo el mundo para combatir esta enfermedad. Por eso queremos recordarte la importancia de la detección temprana, las ventajas y desventajas de hacerte mamografías de control y cómo puedes tu misma controlarte desde casa.

Actualmente, el cáncer de mama es el más frecuente en las mujeres, tanto en los países desarrollados como en vías de desarrollo. Para combatir este cáncer, en octubre se celebra el mes de la concientización del cáncer de mama y muchas organizaciones en todo el mundo potencian sus esfuerzos para difundir la mayor cantidad de información posible para poder evitar o superar la enfermedad.
Según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos (CDC), la mejor forma de detectar el cáncer del seno cuando se inicia, es mediante una mamografía, especialmente si tienes entre 50 y 74 años.
La mamografía o mamograma es una radiografía de los senos que sirve para detectar si existe un tumor, antes de que tenga un tamaño lo suficientemente grande para que pueda sentirse al tacto.
Como cualquier radiografía, las mamografías emiten una pequeña cantidad de radiaciones que pueden ser perjudiciales para la salud y hay algunos casos de falsos positivos, entre otras cosas. Por eso hace un tiempo ha comenzado un debate sobre la conveniencia o no de hacerse este estudio, y las opiniones siguen divididas.
Algunos opinan que las mamografías no son recomendables en mujeres menores de 30 años, aunque tengan cierta predisposición genética que aumente su riesgo de desarrollar cáncer. Para detectarlo de manera temprana, hay otras pruebas que no emiten radiaciones, como los estudios de resonancias magnéticas (MRI) y el ultrasonido. Estos estudios tienen sus indicaciones y su lugar en ciertos casos.
El consenso general es que en el caso de las mujeres mayores, el riesgo disminuye y los beneficios que puede aportar una mamografía son superiores a los riesgos, sobre todo después de los 50 años de edad. Por eso, en Estados Unidos se recomienda que las mujeres a partir de esta edad se hagan mamografías anuales para la detección temprana del cáncer del seno (y de hecho hay organizaciones como la Asociación Americana contra el Cáncer, y la Asociación Americana de Gineco-Obstetricia, entre otras, cuya recomendación es que las mujeres se hagan mamografías anuales a partir de los 40 años). Lo que pasa es que la mamografía puede detectar un cáncer mucho antes de que de síntomas o de que se pueda sentir durante un examen.
Lo importante es que no dejes de hacerte los controles ginecológicos de rutina todos los años, independientemente de tu edad, y que según sea tu caso hables con tu médico para que juntos determinen las pruebas y los cuidados particulares que debes considerar para prevenir el cáncer de mama.
Otra forma muy práctica de estar alerta es que tú misma te hagas una prueba de autocontrol para detectar alguno de los señales del cáncer de mama y puedas ir al médico si notas que algo no anda bien. Recuerda que entre los principales síntomas o signos del cáncer de seno se encuentran:
  • Aparición de un bulto en las mamas (senos) o debajo del brazo (axila).
  • Cualquier cambio en el tamaño o la forma de las mamas, o endurecimiento o hinchazón de una parte de las mamas.
  • Irritación o hundimientos en la piel de las mamas, así como enrojecimiento o descamación en el pezón o las mamas.
  • Hundimiento del pezón, dolor en esa zona o secreción que no sea leche, incluso de sangre.
  • Dolor en cualquier parte de las mamas.
¿Cómo puedes detectarlos tú misma? No es tan difícil, puedes hacerlo parada o acostada en la intimidad de tu hogar:
  1. Párate frente al espejo con los brazos a los lados y observa tus senos detenidamente buscando alguna señal de alerta.
  2. Pon tus manos sobre tus caderas y presiona tus brazos para abajo para tensionar los músculos de tu pecho. ¿Ves algún cambio?
  3. Inclina tu espalda hacia delante y fíjate si ha habido cambios.
  4. Nuevamente con la espalda recta, levanta los brazos sobre tu cabeza y junta las palmas de tus manos. Si no ves ningún cambio hasta ahora, puedes seguir con la segunda parte del auto examen.
  5. Recostada en cualquier superficie plana, como tu cama, pon una almohada pequeña o una toalla doblada bajo el hombro derecho (también puedes hacerlo en la ducha, con un poco de jabón en tus dedos para que se deslicen más fácilmente).
  6. Revisa si tu pezón derecho está soltando líquido. Presiónalo suavemente, como si quisieras sacar algo de él.
  7. Palpa tus senos en busca de cualquier cambio extraño como una bolita dura, piel gruesa o dolor al presionar en un lugar. Empieza poniendo tu mano derecha en tu cadera, y con los tres dedos del medio de tu mano izquierda, palpa tu axila y tu clavícula del lado derecho.
  8. Levanta el brazo derecho detrás de tu cabeza. Con la parte de abajo de los mismos tres dedos de la mano izquierda, presiona en como haciendo un círculo suavemente sobre tu seno derecho (como un masaje), de abajo hacia arriba, empezando por la derecha y terminando en la izquierda
  9. Ahora palpa haciendo líneas desde afuera del seno hacia el pezón. Tan pronto termines la primera línea, mueve tus dedos en el sentido de las manecillas del reloj y arranca la segunda. Y así sucesivamente, hasta cubrir todo el seno.
  10. Por último, palpa tu seno formando círculos como un reloj, arranca a las 12 en punto, luego a la 1, las 2, las 3, y así sucesivamente. Cuando completes el primer círculo alrededor de tu seno, acerca tus dedos un poco más a tu pezón y repite el ejercicio, hasta que no quede ni una sola parte sin palpar (tocar).
Repite estos ejercicios palpando tu seno izquierdo. Hazlos una vez al mes, pocos días después de haber terminado tu período menstrual.
Paralelamente, también puedes adoptar algunos hábitos saludables que pueden ayudarte a prevenir el cáncer:
  • Procura mantener un peso sano y haz ejercicio de manera regular.
  • Conoce tus antecedentes familiares de cáncer de mama. Si tu madre, hermana o hija lo tuvieron o lo tienen, consulta con tu médico sobre tu riesgo y cómo disminuirlo.
  • Infórmate sobre los riesgos y beneficios de la terapia de reemplazo hormonal.
  • Limita el consumo de alcohol.
Pueden parecer muchas cosas, todas juntas, pero no es tanto ni tan complicado. Comienza cambiando tus hábitos poco a poco y no te olvides de hacerte los controles necesarios. Combatir el cáncer de mama, también está en tus manos.
fuente: Dra Aliza

Cirugía de reducción de los senos

 
lo que debes saber
 


Es cierto que la moda es aumentarse el tamaño de los senos. Pero aunque no tenga tanta cobertura por la prensa y tanta fama, la cirugía de la reducción de los senos también es un procedimiento al que muchas mujeres recurren por el deseo de tener una figura más armoniosa o para aliviar las molestias causadas por los senos demasiado grandes. Aquí te hablo más acerca de la mamoplastía de reducción.

Aurora nunca tuvo problema con sus senos. Siempre los tuvo de buen tamaño y nunca tuvo la preocupación de aumentarlos para verse mejor.                                                   Al contrario, siempre fueron un rasgo llamativo de su figura.                                          Sin embargo, luego de que tuvo sus dos hijos, sus senos, que ya eran grandes, aumentaron de tamaño y empezaron a causarle molestias en la espalda.                            Fue entonces que empezó a considerar la idea de hacerse una cirugía de reducción mamaria o mamoplastía de reducción.

Como su nombre lo indica, este procedimiento quirúrgico busca disminuir el tamaño de los senos y mejorar su posición.                                                                                Mediante la cirugía de reducción mamaria, se logra reducir la grasa, el tejido glandular y la piel del seno para hacerlos más ligeros, firmes y pequeños.                                 Esta cirugía también puede reducir el tamaño de la aureola que es la piel que rodea al pezón y su principal objetivo es mejorar la forma de los senos, aliviar alguna molestia asociada con el tamaño de los senos y lograr una mejor armonía entre el tamaño de las mamas y el resto del cuerpo.

En la mayoría de los casos, las mujeres que, como Aurora, buscan reducir el tamaño de sus senos, lo hacen por las siguientes razones:

 Senos colgantes y piel estirada. Dolor crónico en la espalda, el cuello o los hombros. Irritación crónica de la piel debajo de los senos. Mala postura. Hendidura en la piel de los hombros debido a la presión del  sostén. Dificultad para encontrar ropa que quede bien. Problemas de autoestima debido al gran tamaño de los senos.

Como cualquier cirugía, la de reducción de senos o mamoplastía de reducción también puede acarrear riesgos y complicaciones. Es por eso que una vez que tomes la decisión, debes hablar con el especialista (un cirujano plástico certificado) para discutir ciertos aspectos que harán que la cirugía sea adecuada para ti.

El médico seguramente te preguntará lo siguiente: Por qué quieres la cirugía y cuáles son las expectativas que tienes en cuanto al resultado. Si tienes alguna condición médica, alergias a medicamentos y si estás bajo algún tratamiento médico. Qué medicamentos estás tomando en el momento de la consulta, así como vitaminas, suplementos herbales, si fumas, bebes alcohol o usas drogas. Si tienes antecedentes familiares de cáncer de mama; resultados de mamografías o biopsias que te hayan hecho con anterioridad. Cirugías que hayas tenido antes.

Con esta información y luego de evaluar la condición y el tamaño de tus senos, el médico te hablará de los posibles riesgos, complicaciones y de las expectativas realistas que debes tener en cuanto a los resultados. Además, te explicará en qué consiste el procedimiento de la reducción de mamas, la anestesia y tomará fotos de tus senos para su expediente.

Se recomienda que  esperes para hacerte la cirugía de reducción de los senos hasta después de que hayas tenido hijos. Si bien es una cirugía que puede hacerse a cualquier edad, el embarazo y la lactancia pueden cambiar el resultado de la cirugía. Además, en algunos casos, amamantar puede dificultarse luego de este tipo de cirugía. En cuanto a este punto, algunos especialistas no están de acuerdo y dicen que si hay problemas durante la lactancia es debido a falta de información y apoyo.

Otros riesgos de la cirugía de la reducción de los senos incluyen: Pérdida de la sensibilidad en los pezones y la aureola. Pérdida de los pezones y la aureola. Cicatrices notorias. Problemas para amamantar. Reacciones alérgica a los materiales usados durante la cirugía y el post operatorio. Asimetría en cuanto a la forma, lo cual puede requerir cirugías posteriores para mejorar la apariencia de los senos. Sangrado o hematomas. Coágulos sanguíneos. Cambios en el color de la piel. Hinchazón y morados (o moretones). Infecciones. Trombosis, complicaciones cardíacas y pulmonares. Necrosis del tejido (muerte del tejido). Exceso de firmeza en el seno. Dolor persistente. Riesgos relacionados con la anestesia. Si te interesa reducir el tamaño de tus senos, debes consultar a un médico especializado en este tipo de cirugías (un cirujano plástico certificado) que tenga experiencia en este tipo de procedimiento y discutir con él o ella las mejores opciones para tu caso. Debes tener paciencia porque los preparativos requieren tiempo y la recuperación también.  También es importante que tengas expectativas realistas y que consultes todas tus dudas con el médico antes de la cirugía incluyendo la anestesia y quién te la va a aplicar.

Fuente: vidaysalud

El alcohol aumenta el riesgo de desarrollar cáncer.


Aquí te explicamos cómo y cuanto. 



Ya los estudios han demostrado que el consumo de alcohol está relacionado con varios tipos de cáncer, pero hasta el momento no se sabía cómo. Pues bien, una investigación reciente ha detectado precisamente la forma en que el alcohol podría aumentar el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Para estar bien informada(o), y para recibir consejos saludables para evitar el cáncer, sigue leyendo.

Con seguridad que ya has leído o escuchado, a través de estas páginas  y otros medios de información, que el consumo del alcohol aumenta el riesgo de desarrollar distintas enfermedades, entre ellas muchos tipos de cáncer.

 El alcohol es uno de los factores de riesgo para el desarrollo de algunos tipos de cáncer como el de mama, boca, laringe y faringe, y esófago, así como el cáncer del hígado, de los ovarios, del estómago y el cáncer colorrectal.

 Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Minnesota en Minneapolis, Estados Unidos, ha encontrado el dato que podría explicar por qué sucede.

Según el hallazgo, presentado en la reunión anual de la Sociedad Química Americana, que este año se desarrolló a principios de septiembre en Filadelfia, cuando el cuerpo metaboliza (o descompone) el alcohol, se forma una sustancia llamada acetaldehído, que tiene una composición química similar a la del formaldehido, que es un conocido carcinógeno que puede dañar el ADN.

¿Cómo llegaron a esas conclusiones? Pues los investigadores les dieron dosis crecientes de vodka una vez a la semana a diez voluntarios, durante tres semanas.     Y encontraron que los niveles de a ductos de ADN (que son formas de ADN que resultan de una exposición a sustancias carcinogénicas), aumentaron hasta cien veces en las células orales (de la boca) de los participantes, horas después de cada dosis, aunque los niveles bajaron luego de 24 horas.

Los investigadores explicaron que la mayoría de las personas que beben socialmente no desarrollan cáncer porque tienen una enzima llamada alcohol deshidrogenasa, que convierte al acetaldehído en una sustancia llamada acetato, que no hace daño.

El problema es que algunas personas no pueden convertir el acetaldehído en acetato porque tienen una variante del gen del alcohol deshidrogenasa y, por eso, tienen más probabilidades de desarrollar cáncer del esófago por beber alcohol.

Por ejemplo, detallaron que alrededor del 30 por ciento de las personas de ascendencia asiática tienen esta variante y que los americanos nativos y los nativos de Alaska también tienen una deficiencia en la producción de esta enzima.                  Como estas conclusiones fueron presentadas en un congreso, deben ser consideradas como preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales. Mientras tanto, recuerda que hay distintos hábitos saludables que pueden ayudarte a disminuir el riesgo de desarrollar cáncer. Toma nota:

  • Haz ejercicio regularmente.
  • Mantén un peso saludable.
  • Lleva una dieta sana, a base de frutas y verduras.
  • Reduce el consumo de carnes rojas y evita quemarlas al cocinarlas.
  • Evita el tabaco en todas sus formas (cigarrillos, habanos o puros, tabaco de mascar).

Por último, si te gusta beber ocasionalmente, en reuniones sociales o cuando sales con amigos, recuerda que la clave es tomar con moderación, es decir: máximo, dos copas o tragos al día si eres un hombre de 65 años o menor y una copa o trago al día si eres una mujer o si eres un hombre de 66 años o más. Ten en cuenta que una copa o un trago equivale a 12 onzas o 35 mililitros de cerveza, 5 onzas o 148 mililitros de vino o 1,5 onzas o 44 mililitros de bebida destilada.                                                          Aunque hay estudios que apoyan el consumo moderado de alcohol (y específicamente las ventajas del vino tinto sobre la salud, sobre todo la del corazón), el exceso del alcohol puede convertirse en una enfermedad y puede causar varios problemas de salud, algunos graves como pancreatitis, cáncer del hígado y cirrosis, que hasta pueden poner en riesgo la vida. Si tomas bebidas alcohólicas, hazlo con moderación poniendo en primer lugar tu salud para que puedas brindar durante muchos años con tu familia y tus amigos.

Fuente: vidaysalud

Redescubriendo dos granos milenarios y muy nutritivos: la quínoa y la chía


 
Por la Dra Aliza
Las culturas originarias de América Latina acostumbraban consumir, muchísimos años atrás, sabrosos y nutritivos alimentos que se han ido redescubriendo poco a poco y que actualmente puedes agregar a una dieta saludable.

Tal es el caso de la quínoa y la chía. ¿Has oído hablar de ellas? Para que no te queden dudas, he aquí lo más importante que debes conocer sobre estas valiosas semillas. La chía y la quínoa son dos alimentos que consumían las poblaciones originarias y que habitaban América Latina hace alrededor de 5 mil años, mucho antes de que los españoles llegaran a la región.                                                                                                                              La chía era uno de los cuatro alimentos básicos de las poblaciones de México y América Central (junto con el maíz, el amaranto y los porotos, frijoles o habichuelas).

 La quínoa, en cambio, era uno de los alimentos básicos de la cultura inca: la cultivaban los pueblos de la región Andina de América del Sur. Luego de la conquista de los españoles, estos alimentos fueron saliendo de la dieta de esos pobladores, casi hasta desaparecer. Pero afortunadamente, durante las últimas décadas se han redescubierto sus propiedades y la chia y la quinoa están regresando a la mesa de los comensales no sólo en sus países de origen sino en el mundo entero.

 ¿Qué es lo que las hace tan particulares? Sus propiedades nutricionales. Las semillas de chía (Salvia hispanica L) son ricas en proteínas, tienen un bajo contenido de carbohidratos y suministran ácidos grasos de omega-3 (como los de los pescados y los frutos secos, que cuando se consumen en cantidades elevadas, se asocia a una disminución en el riesgo de enfermedades del corazón). También aportan fibra dietética, vitamina B y minerales como calcio, hierro, fósforo, magnesio, zinc y cobre. Además, tienen propiedades antioxidantes y no contienen gluten, por lo que los celíacos las pueden comer también. En detalle, las semillas de chía tienen: el doble de proteínas que otros granos o semillas.

Cinco veces más calcio que la leche y además proporcionan boro, que es un mineral que quizá ayuda a las personas con osteoporosis.  El doble de potasio que las bananas.   El triple de antioxidantes que los que brindan los frutos rojos.  El triple de hierro que el que proporciona la espinaca.   Ocho veces más cantidad de ácidos grasos omega 3 que el salmón, considerando cantidades similares.

Por su parte, la quínoa es rica en carbohidratos, proteínas, grasas, minerales y vitaminas. En comparación con otros granos similares, esta semilla contiene gran cantidad de proteínas, tantas que la Organización Mundial de la Salud ha señalado que su calidad proteica es equivalente a la de la leche.                                                             Además, son granos únicos, ya que contienen 9 aminoácidos esenciales y en una proporción ideal para la dieta humana, tiene más propiedades antioxidantes que otros cereales y cada porción agrega 3 gramos de fibra a la dieta y el 10% del valor diario de hierro que necesita el cuerpo.                                                                                        Similar a la chía, las grasas que contiene la quínoa son del tipo omega 3 y no contiene gluten, por eso también puede ser consumida por los celíacos.                                    Tanto la chía como la quínoa pueden conseguirse en los negocios de alimentos naturales. Dependiendo del lugar donde vivas pueden ser más o menos caras, pero como contrapartida, ten en cuenta que rinden mucho.                                                    La particularidad de la quínoa es que puede cocinarse como el arroz u otros cereales y agregarse en ensaladas, sopas y guisos. Al cocinarla, mídela como el arroz y te rendirá lo mismo. También puedes combinarla con otros alimentos como carnes y guisos.        La chía, en cambio, se puede comer cruda, por ejemplo, agregando una cucharadita en ensaladas, yogures, leche o sopas. También se puede moler como harina al momento de su consumo y elaborar aceites.                                                                                       Otra forma nutritiva de consumir la chía es en lo que en Centroamérica se conoce como “agua fresca de chía”. Para prepararla, necesitas una taza de semillas de chía, 100 mililitros (4 a 5 cucharadas) de zumo (jugo) de limón, una taza de azúcar y 2.5 litros de agua (unas 10 tazas). Se dejan remojar las semillas de chía en medio litro de agua durante dos o tres horas. En el resto del agua se añade el zumo (jugo) de limón y el azúcar. Luego se agrega la chía remojada, se enfría y ya está lista (antes de servir, revuelve las semillas con una cuchara de madera, para que se repartan por toda el agua).                                                                                                                                  Ahora que conoces estas milenarias y poderosas delicias, ¿por qué no incluir la quínoa y la chía en tu dieta? Al principio puede que necesites ayuda con las recetas, que abundan en Internet e incluso encuentras algunas ideas en vidaysalud.com, pero luego, si dejas volar tu creatividad, tú misma(o)o sabrás con qué otros sabores combinarlas según tus gustos.

jueves, 18 de octubre de 2012

MENCION DE HONOR MELVIN JONES 2012



MENCION DE HONOR  MELVIN JONES 2012
 
 
 

Estimado/a

SOCIEDAD CIVIL RENACER

De nuestra mayor consideración leonística

Desde 1917 el Club de Leones diseminado por el mundo, realiza infinidad de Obras de Servicio. En la Argentina con más de 50 años abarca todo el territorio nacional, llevando ayuda a aquellos que la necesitan.

El Club de Leones a través del tiempo se ha comprometido en la participación en distintas áreas priorizando a nivel mundial las Ciencias, la Tecnología, Deportes, Medio Ambiente, Derechos Humanos, Salud y las Artes, teniendo siempre en cuenta la amistad y la solidaridad con ostensible sensibilidad social.

Sabedores  que no somos los únicos dedicados a la hermosa tarea de servir, el Club de Leones estima que por  la dedicación, esfuerzo, talento y trabajo cotidiano, en pos del bienestar general debe ser distinguida/o y reconocida/o.

 Por tal motivo el Club de Leones  tiene el honor de entregar  

                               MENCION DE HONOR MELVIN JONES 2012

           POR  VUESTRO APORTE A LA COMUNIDAD Y VOCACION DE SERVICIO


             León Jorge R. Bassi                                                 Leon Monica Dominguez                                           

            Presidente 2012/2013                                                   Secretaria  2012/2013

domingo, 14 de octubre de 2012

Premio Nobel de Medicina


Programar de nuevo la vida

Por Guillermo Jaim Etcheverry | Para LA NACION

 
Cada uno de nosotros proviene de una única célula, la célula huevo, resultante de la unión de un óvulo y un espermatozoide. En el núcleo de esa célula están contenidas las instrucciones para generar un individuo completo con órganos muy diferentes unos de otros y que cumplen funciones específicas. En un adulto hay casi 60 trillones de células, entre las que se han identificado alrededor de 200 tipos distintos. Pero todas esas células tienen su origen en una única célula huevo que, por lo tanto, contiene las instrucciones para producirlas.

Esas instrucciones residen en el núcleo de la célula huevo, más precisamente en sus genes, que no son sino segmentos de ADN. Como en una célula de mamífero hay alrededor de 30.000 genes, puede imaginarse a la célula huevo como un libro de instrucciones de 30.000 páginas. Esa célula es, pues, pluripotente, porque al multiplicarse puede ir dando origen a todos esos tipos diferentes que se especializan para cumplir ciertas funciones. Aún en un adulto, algunas células, las células madre, conservan esa capacidad de diferenciarse en otros tipos.

¿Cómo transmite la célula huevo a sus hijas las instrucciones en sus sucesivas divisiones? Hay dos alternativas: cada célula hija recibe sólo las páginas necesarias que le indican cómo especializarse o, por el contrario, todas heredan el manual completo y luego, de alguna manera, cada una recibe la señal acerca de qué páginas de ese manual debe leer. Hasta mediados del siglo pasado, se sostenía que sólo las células germinales -los ovocitos femeninos y los espermatozoides masculinos- poseían una copia de las instrucciones completas, mientras que la gran mayoría de las otras células sólo recibían aquellas páginas que requerían para diferenciarse.

En 1962, John Gurdon, que junto con el japonés Shinya Yamanaka fue galardonado ayer con el Premio Nobel de Medicina, demostró en Cambridge que si se aislaba el núcleo de una célula del intestino de un renacuajo y se lo inyectaba en un ovocito de rana -al que previamente se había despojado de su propio núcleo-, se desarrollaba un renacuajo completo. Es decir, que la célula intestinal, aunque estaba diferenciada, tenía la copia de todas las instrucciones para desarrollar un individuo completo. Deben existir entonces señaladores (moléculas específicas) que indican a cada tipo celular qué capítulo del libro debe leer, ya que, con cada división, la célula transmite a sus hijas todo el libro. Algo hay en el ovocito que "reprograma" los genes, lo que hace que todas las páginas puedan ser nuevamente leídas. Estos resultados fueron luego confirmados utilizando el trasplante del núcleo de células intestinales de ranas adultas. Tal vez la prueba más conocida de la clonación, que de eso se trata, fue la aportada en 1997 por sir Ian Wilmut cuando se logró el nacimiento de una oveja adulta, la famosa Dolly, mediante la introducción en una célula huevo de oveja del núcleo de otra, proveniente de la glándula mamaria de una oveja adulta.

La demostración original del científico británico sir John Gurdon produjo una revolución en la biología y lo único sorprendente en el hecho de que ahora reciba el Premio Nobel de Fisiología o Medicina es que haya transcurrido medio siglo de realizados esos experimentos.

Tampoco sorprende que comparta esa distinción el japonés Yamanaka, nacido el mismo año en que Gurdon publicó sus resultados fundamentales. Al cabo de una accidentada carrera que él mismo ha descripto en numerosas ocasiones -pronto descubrió que no estaba dotado para la cirugía ortopédica, que fue su primera actividad-, Yamanaka se dedicó a estudiar las células madre embrionarias. Estas células son las de los primeros estadios del embrión, cuando la célula huevo comienza a dividirse. Durante un tiempo, las células producto de esas divisiones conservan sus dos propiedades características: la de proliferar dividiéndose activamente y la capacidad de dar origen a cualquier célula del organismo, es decir, su pluripotencia.

Cuando en 1998 se aislaron esas células a partir de embriones humanos, a nadie escapó el enorme potencial de ese hallazgo para la medicina, aunque surgieron de inmediato dos problemas: el cuestionamiento ético que implicaba emplear embriones humanos y la dificultad de utilizar esas células en un individuo porque, al provenir de otro, serían rechazadas.

Yamanaka pensó que estas cuestiones podrían resolverse si se lograba producir células que se comportaran como células madre embrionarias, a partir de las células especializadas del mismo individuo adulto. Esto no requería del uso de embriones y tampoco se generaría rechazo. Su idea era, en síntesis, "reprogramar" células adultas, en su caso de la piel, dotándolas de propiedades similares a las de las células madre embrionarias. Si los experimentos de Gurdon demostraban que el núcleo de cada célula adulta contiene las instrucciones para hacer todo un organismo y que, de alguna manera, las señales provenientes del citoplasma de la célula huevo lograban reprogramarlo para que expresara esas instrucciones, tal vez fuera posible influir sobre el núcleo de una célula adulta diferenciada y así conseguir esa reprogramación.

Escapa a esta breve reseña el detalle de la metodología utilizada para investigar esta hipótesis. Baste con decir que, en 2006, Yamanaka demostró que, mediante la introducción de cuatro factores -los señaladores a los que se hacía referencia- que influían en el copiado de los genes, se podía revertir a la célula adulta a unos estados similares al de las células madre embrionarios. Surgieron así las células iPS (células madre pluripotentes inducidas), caracterizadas por la capacidad de multiplicarse y por la potencialidad de generar todos los tipos celulares.

Esta posibilidad de obtener en el laboratorio células de distinto tipo a partir de células adultas de un individuo brinda alternativas insospechadas para lograr una mejor caracterización de muchas enfermedades que afectan al ser humano, así como para intentar su tratamiento. En los escasos seis años transcurridos desde la publicación de los hallazgos de Yamanaka, se ha producido una explosión en nuestros conocimientos sobre distintas alternativas para reprogramar células adultas expandiendo la que hoy se conoce como "medicina regenerativa", disciplina que ofrece posibilidades impensadas.

Tanto sir John Gurdon, nacido en 1933 en Dippenhall, Reino Unido, y que trabaja en la Universidad de Cambridge (donde estableció una estrecha relación con César Milstein) como Shinya Yamanaka, quien nació en 1962 en Osaka, Japón, y que se desempeña como profesor en la Universidad de Kyoto y en el Instituto Gladstone de San Francisco, han recibido las más importantes distinciones científicas en todo el mundo. Sus hallazgos son el resultado de la colaboración con muchos colegas. Como señaló Yamanaka en 2009, al recibir el prestigioso Premio Lasker, compartido con Gurdon: "La ciencia es un proceso que nos permite descorrer los múltiples velos que cubren la verdad. Cuando los científicos levantan un velo, a menudo, terminan por encontrar uno nuevo. Sin embargo, cuando uno de ellos es afortunado, al quitar un velo a veces puede entrever la verdad. Pero es preciso ser consciente de que cada velo que se descorre es igualmente importante, por lo que no es justo que sólo el afortunado sea reconocido".

Una vez más, se demuestra que la curiosidad por la curiosidad misma, que define al ser humano, termina generando avances de una trascendencia práctica insospechada.

© LA NACION.